Muchos de
nosotros creemos que con la edad y las experiencias que hemos vivido
inevitablemente adquiriremos expertiz en todo aquello que realizamos, y sin
bien es cierto que en ocasiones es así, en otras esa afirmación dista mucho de
ser verdadera, especialmente cuando de amor se trata, ya que en esta ecuación
está involucrada otra persona, otra forma de sentir y de ver la vida, de
entender y conceptualizar, de ser y demostrar.
Nosotros los
hombres por lo general caminamos seguros y erguidos pensando que dominamos la
situación, somos poseedores de la postura, cazadores por naturaleza y presas por devoción,
porque la frase “El hombre llega hasta donde una mujer quiere o permite” es
verdadera y universal, y en ello hemos encontrado nuestras mayores derrotas, nuestras
mayores pasiones y aprendizajes.
Pues bien ahí
estaba Martín con un ramo de rosas en mano, una sonrisa pintada en los labios y
la esperanza en el corazón, el no tenia mucho si hablamos de lo económico, no
era guapo, ni tampoco era el más divertido, de hecho era lo suficientemente
aburrido para compartir el cine y la comida, pero, y el gran pero era que
siempre estaba dispuesto para ella, en el peor momento, sin escusas, en sus frustraciones
y dolores, en sus miedos y enojos; mientras que ella solo era ella, no
necesitaba ser mas, al menos para el.
Pero esta
historia no habla de amor, habla de ausencias que
se notan, y no por la falta de presencia, si no por la posibilidad perdida, por
la historia no escrita, por lo que pudieron ser y hoy no son.
Es curioso
porque él solo pretendía ser su amigo, diferencia de edad, de cultura y de ser
los distanciaba, eso sin decir la historia no escrita, no contada que los unía
y separaba a la vez.
Pero las
salidas, la convivencia, las historias, los compartir, la risa y los hermosos ojos
de Marcela enmarcados en ese acento extranjero y gran belleza a Martin cautivo.
Así pues él
le propuso ser algo mas y ella lo evadió, al salir sin las flores y la sonrisa,
le pregunte ¿porque lo hiciste, si ya tu sabias su respuesta?, el contesto: "porque en la vida hay que darlo todo,
perder con clase y vencer con osadia, salí sin nada porque todo lo di
amigo, todo lo di y eso dejara sin duda un estándar difícil de superar y fácil de
valorar."
Muchas veces
buscamos algo que no sabemos que es, a veces lo encontramos y no sabíamos que era, pero no se trata
solamente de encontrar a la persona adecuada, si no de también de ser la persona
adecuada, porque hay amores que entre más te
estiras para alcanzarlos, más los alejas con las puntas de los dedos; la clave
está en saber hasta dónde es lucha y hasta donde necedad, nadie esta obligado a
valorarte, ni mucho menos a amarte, ese es un privilegio que solo tienes tu
para ti mismo e importante es saber que las historias
sin final feliz son consecuencia de decisiones y responsabilidades compartidas;
dos personas decidiendo entregarse, quedarse o rendirse.
Gracias.